Domingo, 19 de Mayo del 2024
UFM 94.9

Hablamos con el escritor Berne Ayalá sobre la novela Alta Hora de la Noche, que presentará este jueves 17 de noviembre en Sonsonate, un día después en Santa Ana y el 19 del mismo mes en Santa Tecla.

Este libro es la primera parte de una trilogía de la cual el autor tiene avanzada la segunda pieza y el guión de la tercera. El eje temático en la entrega inicial es la muerte, ocasionada por la violencia social, pero sin dejar de lado el aspecto sublime o trascendente de esta.

La novela, inspirada en un poema de Roque Dalton, tiene como principales personajes a dos forenses, uno joven y novato, y otro entrado en años y experto.

En esta entrevista se aborda el argumento de la obra y la postura del autor al respecto, también, el trabajo que a él le lleva publicar, haciéndolo por sus propios medios. “Este mundo debemos aprender a vivirlo como Cantinflas: por mis pistolas. Si yo tengo como resolverlo lo hago. El tiempo ya no es para llorar”, explica Ayalá. En internet, ya hay un fragmento de la novela.

 

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Estás a punto de presentar a Alta Hora de la Noche, leí un fragmento de la novela que han publicado en Internet, y llama la atención sus dos protagonistas principales: Un médico forense experimentado, y otro novato. ¿Cómo surge esto?

La idea central es el tema de la muerte. En El Salvador es un tema trágico y recurrente. Nosotros estamos envueltos en la tragedia de la muerte, y yo lo observé, cómo creo que lo observan todos los salvadoreños, como lo han de hacer los periodistas, los cineastas, los pintores, y entonces yo sentí que quería decir algo de la muerte, y qué mejor que hacerlo inspirado en el poema (Alta Hora de la Noche) del poeta asesinado, el más emblemático y más entrañable poeta salvadoreño, y encontré ahí latente la vida del joven y del viejo, traté de encontrar las generaciones. Lo del maestro y del discípulo que tu alcanzas a ver en el primer capítulo de la novela es el reflejo de cómo nos vemos hacia atrás, desde la mayoría de edad, y cómo podría verlo alguien más joven.

En esa parte de la novela podemos ver que el experimentado no se alarma de lo que observa en el cadáver desmembrado, mientras que el novato está nervioso por lo que mira.

Después de que has visto tanto, puedes llegar a ver las cosas con mayor claridad y tranquilidad que cuando comienzas a explorar esa experiencia de la muerte. Indudablemente, cuando la termines de leer, verás como eso se vuelve una trampa, en el sentido de que todos comenzamos algunas experiencias siendo jóvenes, y de pronto, todos podemos ser maestros de alguna experiencia. En el caso de El Salvador, creo que todos somos, y si no somos lo seremos en alguna medida, maestros de la muerte, porque todos estamos vinculados de alguna u otra manera a esa experiencia. En nuestros padres, en nuestros abuelos, en nuestras generaciones, siempre encontramos a un compañero de la escuela o de la universidad, un pariente que fue ejecutado.

¿Por qué necesariamente ejecutado?

Yo utilizo el término ejecutar, porque de morir todos vamos a llegar a eso; pero la muerte tratada como un acontecimiento de autodestrucción es una pulsión del odio, como lo decía Freud en el psicoanálisis. En nosotros es casi perenne.

¿Lo dices por que al ver las cifras de asesinatos en El Salvador, y en diferentes países de América Latina, da la impresión de que es algo común que una persona quite la vida a otra?

Hay algunos escritores y algunos periodistas que se han atrevido a decir que estamos viviendo una época de violencia vacía. Lo dicen porque conocieron la violencia de contenido; entonces, eso también es discutible.

¿Identifican entonces “violencia de contenido”  como aquella en la que hay dos bandos con causas opuestas?

La posibilidad de identificar una causa de buena o de mala siempre depende de tus enemigos o de la generación que desdeña lo que estás haciendo, entonces, siempre es relativo. Hay una resistencia a comparar esa violencia con la de hoy; pero eso yo lo siento más ideológico. Yo en el fondo, pienso que la violencia sustancialmente es la misma; desde el punto de vista de la condición humana. La afectación de la vida, de la juventud, lo que sufren los mayores de ver a la generación de jóvenes morir lo veo como lo mismo. Importa poco si sos pandillero, si sos policía, si fuiste guerrillero o fuiste soldado, en el fondo, la muerte de esa manera tan descarnada, tan violenta, produce lo mismo en la gente, y además de dolor, produce un estado de condición bastante deplorable. Por eso digo que esto está relacionado con el fanatismo. Las sociedades más fanáticas han sido las más autodestructivas; no es casual que El Salvador sea entonces uno de los países con el mayor índice de iglesias en América, y es el más violento del continente, entonces, no es cierto que la religiosidad de esa manera expuesta, resuelve el problema de la violencia. En teoría estaríamos en una sociedad pacifista, porque los valores del cristianismo no son la muerte.

A propósito de la iglesia, en un fragmento de la novela, uno de los personajes señala que las iglesias son de los pocos negocios que se han mantenido prósperos.

Sí. Esto es como si yo tengo la oportunidad de ser perdonado y redimido, no importa lo que yo haga o haya hecho. Las cárceles están llenas de eso, de gente que se arrepiente de las cosas más aberrantes que hizo, y todo lo resuelve con una biblia bajo el sobaco, y ahí están cantando. Ese es un tema que los entendidos quizás lo resuelvan algún día, porque nosotros ni siquiera podemos llegar a eso,  ya que el fanatismo es más grande que la pericia investigativa y antropológica. Desde mi punto de vista, esto es un tema antropológico de El Salvador, y no se puede abordar porque aún en los investigadores vez ese sesgo que deja el fanatismo.

En el final del primer capítulo se narra que los personajes están viendo en la TV el triunfo electoral de un candidato que se convierte en nuevo presidente, que ofrece el cambio. ¿Podríamos decir entonces que la obra se sitúa en este momento?

Podría decirse. Los tiempos de la novela no son los del mundo real; sin embargo, puede haber encuentros aparentes o reales que el lector los puede intuir, incluso el narrador omnisciente de la novela los puede llegar a provocar. En cualquier caso, no me anticiparía a eso, para no desencantar tu lectura, pero sí puedo decirte que la novela está ambientada de esta época hacia atrás; porque el maestro y el discípulo, que son los dos personajes centrales, están viendo este tiempo y comparándolo con el de hace 40 años.

¿La muerte, en Alta Hora de la Noche, es inseparable de la violencia?

La violencia es la causa esencial de la muerte en la novela. En la novela no hay nombres, y esa es una opción anticriminalística, porque la obsesión de la criminalística es descubrir dos cosas: quién es la víctima y quién es el victimario. En la novela está reflejado el carácter de la impunidad nuestra.

¿Qué piensas del respeto a la muerte? Lo pregunto por el estado en que los protagonistas de la novela, en este primer capítulo, encuentran el cadáver, la manera pericial con que lo manipulan y por el hecho de que uno de los forenses tiene en un frasco el brazo de un muerto.

La muerte, en la evidencia, siempre es grotesca, y el trabajo de los forenses es grotesco. Incluso, hay debates en la medicina forense sobre qué tanto es necesario hacer pedazos un cadáver para descifrar las causas de la muerte, porque la medicina forense no busca otra cosa más que la causa de la muerte. Los seres humanos queremos saber qué fue lo que nos arrebató la vida, eso es inevitable, máximo cuando es una muerte violenta como la que abordamos en esta obra. La novela está tratada por un lado con una técnica de la criminalística, porque hay un tratamiento científico, hay una utilización de la pericia criminalística para abordar el tema de la muerte, pero también hay un recurso poético, para abordar la parte trascendente de la muerte. Ambas están. A través de la pericia siempre es grotesca (la muerte), pero a través de la poesía es sublime.

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Hablando de la muerte, ¿qué piensas sobre la forma en que fue tratado el cadáver de Gadafi?

La muerte de Gadafi en Libia es uno de los acontecimientos más despreciables que le han ocurrido a la humanidad. Obviamente es discutible la forma en que por 42 años gobernó este personaje a Libia. Creo que los hombres del siglo XXI somos más despiadados que los hombres que hicieron la Guerra de Troya; esos hombres mataban y descabezaban con sus espadas, pero había un respeto hacia el muerto, porque el ser humano muerto ya no es un ser humano vivo, es otra condición, es la parte divina, quizás lo poco divino que le queda al ser humano, entonces esas imágenes (las de Gadafi siendo arrastrado) muestran la decadencia de la humanidad, y nosotros somos parte de esa decadencia.

¿Es por eso mismo que mencionas que el fanatismo ha llevado a la sociedad a otro nivel de violencia, en el que podría decirse que la muerte ya no se respeta?

Sí, ya no se respeta. No es el tema de si Gadafi fue tirano o no. No se trata de eso. Cuando decís que hay un asesino, el mundo occidental te vende una idea de la justicia de los hombres, de demostrar en un juicio si sos o no culpable, y condenarte. Esos son los recursos inventados por la justicia occidental, no por la Autotutela, que así se conoce a la justicia de propia mano, porque entonces, si tu llegas y descabezas a alguien de mi casa y luego yo descabezo a alguien de tu casa y seguimos, yo estoy igual que tú, y ya nadie va a saber quién es el distinto del otro, que esa es la precisión. Cuando arrastran a Gadaffi y nos reímos, y en la prensa lo publican, están arrastrando al ser humano del siglo XXI, que es lo que no podemos distinguir, porque estamos cegados por el fanatismo y el odio visceral, sin entender que ya el hombre murió, y que bien o mal perdió el poder, perdió la guerra.

Un persona en una red social comentaba que  la novela da miedo; sin embargo, llama la atención que tantas descripciones de muerte hay en los periódicos y en la tele, como las que probablemente veremos en la novela.

Quizás sea porque la literatura nos transporta a otro ambiente, es posible que sea eso. Ese es un comentario, pero hay otra persona que dijo “qué viejo más amargado”…

…Refiriéndose a la personalidad del forense de mayor edad de la novela.

¿Cuáles fueron tus insumos para describir la muerte en la novela?, ¿lo que dicen los medios?, ¿Qué más?

Hace tiempo, Sergio Ramírez Mercado dijo una frase sobre la novela. “La novela es el estado gaseoso de la realidad”, porque la realidad está en estado sólido. Todo lo que se escribe en literatura viene de la sociedad, porque vivimos aquí, no estamos en una abstracción, vemos muertos, vemos policías, vemos criminales, vemos noticieros, vemos a los que nos han asaltado, vemos el miedo en las calles. Uno puede ser o no pericial con lo que hace, eso no lo voy a calificar yo, lo va a calificar el lector. Yo soy abogado y he trabajado en el área de la criminalística, conozco esa área y además la estudio; de alguna manera, la verosimilitud que requiere cualquier novela está tratada a través de la ciencia aplicada, que la conozco meridianamente y la he tenido que estudiar para que lo verosímil de la muerte, en la parte grotesca, no parezca fantástico. Lo sublime siempre nos va a parecer imposible, porque por eso es sublime, que es el lado de la poesía, pero lo grotesco no. Para descifrar, por ejemplo, la sexualidad de un cadáver, su sexo, su edad, las horas de muerto y la causa, debes ambientarlo, porque esa es la parte verosímil de la historia, por eso es que decía que la criminalística está confrontada con la poesía…

…Lo cual retomas del poema Alta Hora de la Noche

En el poema Alta Hora de la Noche que escribió “el Poeta Desaparecido”,” el Poeta Asesinado”, que todos en El Salvador sabemos quién es, él habla de la neblina. Ese poema es sobre la muerte, y puedes interpretarlo de diferentes maneras. A mí me llamó la atención el tema de la muerte y la neblina. La ciencia forense se identifica con la tanatología, disciplina integral que estudia el fenómeno de la muerte. Thanatos era el dios griego de la muerte silenciosa, como la neblina, y Roque habla de eso.

¿Qué tan a profundidad?

No soy un especialista en Roque, pero como escritor, asumo mis sentimientos respecto a la lectura del poema. No puedo obviar que Roque era un escritor muy ilustrado, muy informado; sin duda alguna leyó a Homero, y es muy probable que él lo haya retomado, y sino lo tomó, pues yo encontré eso.

Cuando sentiste el deseo de escribir la novela, ¿sentías que tenías fijo ese tema para desarrollarlo o lo fuiste orientando?

Siempre que escribo algo, generalmente sé sobre qué es. Tengo unas novelas que estoy terminando, y en este caso yo decido publicar esta novela y no la otra, porque estoy escribiendo siempre.  En el caso de Alta Hora de la Noche, yo necesitaba escribir algo sobre El Salvador en ese sentido, quizás porque una de mis tendencias, algún día se va a decir quizás, es haber escrito sobre ciertos grandes temas y personajes de El Salvador. Cuando escribí la bitácora de Caín, yo sentí que debía escribir sobre la muerte de monseñor Romero, y la escribí; cuando me enfrenté al tema de los migrantes indocumentados, sentí que quería escribirla, y la escribí. Generalmente ocupo pretextos, pero en el fondo lo que me gana, generalmente, es la novela. En el caso de Alta Hora de la Noche, yo necesitaba escribir la historia de la muerte, de la vida y del amor, porque en la novela también hay amor y ausencia. Encontré ese vínculo con Roque y dije: escribo esto. Obviamente, no se sabe que va a salir al final. Eso ya se ha dicho por los grandes escritores, que uno comienza a escribir y la novela lo termina arrastrando a donde quiere y en efecto, así es.

¿Cómo manejaste el aspecto de derechos de autor entre el título de la novela y el título del poema que te inspiró a escribirla?

En efecto, el poema está registrado a nombre del poeta Roque Dalton. Estaba terminada la novela, y en base a la Ley de Propiedad Intelectual de El Salvador, hay algunas excepciones y unas reglas prohibitivas y permitidas sobre el uso del nombre. Una excepción es cuando resulta evidente la utilización hacia un escenario que expresa un sentido común. La alta hora de la noche puede representar un sentido bastante universal del nombre. No hay ambivalencias, no hay intenciones de manipular. Por respeto a la memoria de él (Roque Dalton) y de su familia, hablé con Juan José y Jorge Dalton (hijos de Roque Dalton) y no hubo problema.

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Las novelas a las que te refieres estar escribiendo, ¿de qué tratan?

Estoy ahora revisando una novela que la ambiento en 1989, que trata sobre el asesinato de seis sacerdotes jesuitas. Además, estoy escribiendo la segunda parte de Alta Hora de la Noche, porque la he pensado como una trilogía, sobre el gran tema de la muerte y de la ausencia. Ya tengo los guiones de las dos novelas que le siguen a Alta Hora de la Noche.

¿De qué trata la segunda parte de la trilogía?

El tema que se explora en la segunda parte es el conflicto de un hijo y una madre abandonada. En ese escenario, también se descifra la ausencia, pero más que todo aborda el tema de los desaparecidos. Donde la muerte no es física, sino típicamente de ausencia.

¿Existe alguna otra novela que tengas guardada?

Hace muchos años escribí una novela que nunca se publicó, ni se va a publicar.

¿Por qué?, ¿La tienes archivada?

Por ahí está, pero no, no, no. Ni la he querido ver. Me acordé de ella por la tormenta (recién ocurrida en octubre). La escribí hace 12 años, y era de una tormenta. La novela está ambientada en una gran tormenta, y el país se inunda. Esa novela la descarté. En esa época en que escribí eso estaba indeciso o impreciso en cuanto a cómo iba a definir mi rumbo. Definitivamente yo tiendo a escribir más sobre realismo.

¿Tienes alguna manía para escribir?

Cuando escribí uno de mis primeros libros solía irme a la universidad. Con mi cuaderno me apartaba y escribía cosas; siempre andaba pendiente con el cuaderno, luego retornaba y transcribía, salía a observar, pero de pronto quizás era la experimentación que vives. Ahora no escribo así. Ahora solo escribo en la computadora. Es rarísimo que consigne una idea en una libretita. Generalmente mi rollo es levantarme a escribir, pasar escribiendo, luego lo hago en la noche, de lunes a domingo, lo hago a cualquier hora. No utilizo grabadoras, como algunos que van solos por allá, ni hago como otros que se van a un bar a escribir en una servilleta. Eso me parece una payasada. Un libro apasionadamente hecho no se escribe en una servilleta. Ese es un rollo más presuntuoso.

¿Por qué escribir?

Es un tema opcional, es una decisión que tomas, no una cuestión que te vuelva especial, respecto a un médico o un jardinero. Es una opción personal, que algunas veces cuesta. Algunas veces te das de trompadas.

Después de crear el texto de la novela viene la impresión y luego promoverla, ¿qué tanto esfuerzo te demanda esto?, sabiendo que es un trabajo en el que no está detrás el aparataje de una editorial

La edición de autor ha sido criticada, mancillada, por alguna tendencia de editores y escritores que siempre suelen arrogarse la verdad, colocarse en una verdad que indica que solo lo que producen las grandes editoriales es buena literatura, porque está sometido a un proceso de evaluación. Como todo lo que los seres humanos hacemos es relativo. Obviamente, a los escritores como mi persona, y a otros, no nos publican las grandes editoriales, y eso a mí me tiene sin cuidado, no me siento ni víctima ni marginado, es decir, si algún día me importó, ya no me importa, porque creo que este mundo debemos aprender a vivirlo como Cantinflas: por mis pistolas. Si yo tengo como resolverlo lo hago. El tiempo ya no es para llorar.

Bajo esa lógica, ya no te quedas solo a escribir, sino a hacer otras tareas

Implica que uno va aprendiendo a ver cosas de diseño, a ver portadas. Con el amigo Leonel Solito es que trabajamos todo. Nos entendemos. Construimos todo el paquete juntos, desde los tipos de letra, hasta el tamaño del libro, el concepto estético, todo. Somos un equipo en esa parte. Eso me ha hecho aprender que también lo podemos hacer. Explorar el lado de la autorrealización. Trabajando así aprende uno a valorar su obra y a defenderla, desde que la  escribes hasta que la llevas a la librería; también a saber que tus libros en El Salvador muy difícilmente van a estar en las vitrinas de las grandes librerías, porque tú no puedes pagar el coste del porcentaje para que tu libro esté ahí, pero además, no puedes ganarle la cola a Santillana, a Planeta, a Norma, que siempre están ahí en las vitrinas con sus novelas. Entonces, descubres que hay batallas que no las puedes ganar en terrenos de los otros, solo las puedes ganar en el terreno de los tuyos.

¿Qué haces en ese caso?

Tienes que explotar las redes sociales, las redes de los amigos, porque tus enemigos no te leen. Llegar a ellos y construir los procesos que lleven a que tus libros sean leídos, ese es el proceso en el que podemos ganar. Mis libros están en las librerías salvadoreñas, pero no están en los puestos privilegiados de las vitrinas. No están donde se venden. Esos que están ahí tienen una cuota mayor de porcentaje para el dueño de la librería, que te puede poner en crisis, casi en el regalo de tu obra. Incluso, en el caso de que tú sacrifiques una parte para que eso sirva de impulso, no ganas, porque la cola que está esperando por estar ahí hace que tengas espacio, tal vez para el siguiente año.

¿Qué lección te deja esto?

Aprender que cuando tú haces un libro debes amarlo, y ponerlo en las manos del que lo va a leer, no sentirte avergonzado porque vendes tu obra. En esto hay corrientes, como el caso de Fernando Vallejos, que dice “yo no soy vendedor de libros, yo escribo, y no me importa si se vende o no”, claro a él le publican las grandes editoriales del mundo, pero en su discurso hay una gran mentira, porque él dice eso cuando anda en los canales TV de Suramérica hablando sobre su último libro. Si un escritor habla de su obra es porque la promueve. Claro, él no va andar con la mochila para sacar su tendalada de libros.

Por ese mismo compromiso de querer tu obra, hay un esfuerzo personal por buscar la calidad

 La defensa de tu obra no puede ser extralimite, tienes que aprender a valorar y aprender si el trabajo todavía está feo, si tiene ripios, el grado de construcción en que se encuentra la obra. No porque es tuya decides publicar ya y qué importa. Eso también es un aprendizaje.

Qué desventajas tiene trabajar de esta forma

Debe da haberlas, pero no creo que sean las más importantes las tecnócratas; de pronto lo más desventajoso es el cansancio, porque eres tú quien debe hacerlo todo; sin embargo, como es lo que a mí me gusta hacer, lo he hecho bajo las lluvias, en los parques y en las plazas, y también en otros lugares.

¿Hasta dónde han llegado tus libros?

Mis libros, trabajando de esa manera, han llegado a Argentina, Chile, Estados Unidos, Alemania y Suecia, en paquetes del correo oficial, pero sí han llegado.

¿Qué influye para  que las grandes editoriales publiquen poco o nada a los escritores salvadoreños?

No tiene que ver con que nuestro trabajo sea malo, porque yo he leído cualquier cantidad de cosas que son basura y libros que son muy buenos. Tiene que ver con que somos un país muy pequeño, un país sumamente desconocido, un país raro, un país obtuso, un país que no tiene un mercado como Buenos Aires, México DF, Madrid o Barcelona. La razón por la que no nos publican es por razones de mercado, no por falta de calidad literaria. Si tú sabes eso, no te debes dejar impresionar…

…o publicar hasta que ellos te inviten a subirte a su tren.

No, uno tiene que hacerlo, y ser feliz haciéndolo.

  

  

 

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