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El Cenit - El uso de mascarillas para la prevención de COVID-19 y su incidencia en el medio ambiente
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Desde la declaración de la Organización Mundial de la Salud por pandemia de COVID-19 el 11 de marzo de 2020, recomendó dentro de las medidas de protección personal el uso de mascarilla para la prevención del contagio por dicho virus.  El uso permanente para el desarrollo de actividades en espacios cerrados y abiertos se volvió un hábito y una práctica de rutina general en toda la población.

Con relación al uso de la mascarilla, las especificaciones  y el cambio recurrente de la misma por cuestiones de higiene y protección, se establecieron normas y lineamientos de uso de acuerdo a factores propios del portador de dicha mascarilla, es decir, la frecuencia de cambio dependería del tipo de ambiente de uso, el tipo de mascarilla, el riesgo de contagio por contacto, entre otros, sin embargo, como medida general se recomendó para el tipo de mascarilla quirúrgica, por ser la más utilizada, el cambio cada 8 horas.  (Instituto Nacional de Salud de El Salvador, 2020).

La pandemia trae consigo un impacto innegable en la vida de las personas a corto, mediano y largo plazo en diferentes áreas tales como: la salud, lo social, económico, político, psicológico; en forma paralela desencadena graves consecuencias en el medio ambiente por la condición de obligatoriedad al uso frecuente de medidas de protección personal, en su mayoría descartables como, por ejemplo: mascarillas y guantes, orientado hacia la disminución del riesgo de contagio por COVID-19.

El uso de las medidas de protección personal individual recomendado a nivel mundial ha provocado la producción de desecho a gran escala tal como lo afirma Hooton, 2022, “Se estima que se utilizan 129 mil millones de mascarillas al mes en todo el mundo. Aunque está demostrado que son necesarias para frenar la propagación del COVID-19, según los datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, también están contribuyendo a la ya grave contaminación por plásticos en el mundo”. (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2022).

            Estudios refieren que “La contaminación por plásticos en los océanos perjudica a la vida biológica marina a través de enredos, ingestión, asfixia y la contaminación química” (Tekman, M., Walther, B., Peter, C., Gutow, L. y Bergmann, M., 2022).

Con respecto a lo anterior, tal como afirma, la Unidad Ecológica de El Salvador (2020): “El uso generalizado de mascarillas para cubrirse la boca y nariz, así como, guantes; ha generado gran contaminación por las multimillonarias cantidades de mascarillas y guantes desechados, a grados intolerables, acentuado el problema en San Salvador”.

Es por ello, que surge la necesidad de contar con mecanismos de protección sanitaria, como una estrategia para agregar saldo a la factura que tenemos pendiente con el cuidado del medio ambiente, no solo por el hecho de generar mayores residuos bioinfecciosos, sino por la necesidad de contar con políticas que ayuden al cuido del medio ambiente y que promuevan la práctica de reciclar, reutilizar y reducir.

En la actualidad ha faltado hacer énfasis en el desecho correcto de este tipo de implementos de protección personal, dejando de lado la sensibilización sobre el tratamiento de material bioinfeccioso, en relación a esto es de destacar que “La contaminación por las mascarillas es inminente, aun cuando el peso de la mascarilla suele ser bajo, al desecharla puede tardar más de 400 años en degradarse” (Rueda, 2021). 

Aunado al tiempo prolongado de degradación de la mascarilla, se suman otros efectos que de manera indirecta generan impactos negativos directos a la salud, tal como lo afirma la Universidad de Costa Rica (2020):

Las mascarillas desechables están en parte elaboradas con polietileno o polipropileno (que son dos tipos de resinas plásticas). Al tener plástico puede pasar dos cosas. La primera es que, si se conservara en ese tamaño, la mascarilla puede ser ingerida por la fauna marina. Lo segundo es que, mientras se va degradando, produce micro plásticos (pequeñas partículas de plásticos) que pueden introducirse en la cadena alimenticia de los seres vivos y llegar a afectar la salud humana.

Tekman, M. B., et al., (2022): ha descrito estudios que han confirmado la presencia de microplásticos en la columna de agua y su incorporación en los agregados que se hunden hasta llegar al lecho marino. El plancton y otros organismos pequeños que conforman la base de la cadena alimenticia marina consumen estas partículas a medida que bajan hacia el fondo. Se ha demostrado que el mejillón atlántico y las ostras ingieren micro plásticos en la mayoría de sus hábitats naturales y en aquellos en los que han sido introducidos. Similarmente, los investigadores han encontrado que cuatro de cada 20 marcas de sardinas y espadines enlatados contienen partículas de plástico. 

Frente a la problemática expuesta y debido a las limitaciones actuales en las cuales aún nos sitúa la pandemia para prescindir del uso de la mascarilla o tapabocas, ¿Qué se puede hacer para minimizar el impacto negativo en el medio ambiente? las propuestas y recomendaciones más inmediatas están enfocadas a actividades que no generan mayor inversión de recursos humanos, materiales y económicos,  en primer lugar, sensibilización e identificación con las consecuencias que genera el daño al medio ambiente, promover conductas y hábitos como el hecho de descartar las mascarillas en lugares y depósitos adecuados y seguir fortaleciendo la cultura de separación de desechos.

Sumado a lo anterior, continuar con la unión de esfuerzos para enfocar recursos hacia la gestión, planificación y ejecución de políticas orientadas al hábito del adecuado descarte de desechos, y procesamiento de recursos reciclables y reutilizables.

 

Escrito por: 

Doctora Mirna del Carmen Morán de Barrera

Docente de la Escuela de Medicina.

UNASA.