Domingo, 19 de Mayo del 2024
UFM 94.9

 

 

El primero de diciembre del año 2019 marcó un camino inolvidable debido a que cambió todo en el planeta desde el estilo de vida, los hábitos saludables, económicos y sobre todo marcó una forma diferente de adaptarnos a una nueva realidad: porque se vivió una pandemia de grandes magnitudes, para lo cual  nadie estaba preparado, solo se había  leído en los libros la definición del término pandemia, que  era comprensible para aquellos que están vinculados al área de la salud, pero la población en general no sabía qué significaba  dicha  palabra y menos  las consecuencias que tenía para la vida del ser humano.

A tres años de vivir con la pandemia del coronavirus, el mundo no se ha recuperado de la enfermedad, algunos países siguen con las medidas de bioseguridad; otros ya lo toman como algo cotidiano y la Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene a la enfermedad en la categoría de epidemia, por lo tanto, no queda más que vivir con ella, vigilándola epidemiológicamente para toda la vida.

Pero igual, el mundo sigue su curso hacia adelante y otros males seguirán surgiendo; enfermedades emergentes y reemergentes aparecerán. En esta ocasión, sale a la luz la viruela del mono que inició esporádicamente en algunas partes centrales y occidentales de la selva tropical de África; la cual ha seguido expandiéndose por varios países de Europa y Norteamérica. Tras comenzar a propagarse la información sobre los brotes en diferentes medios de comunicación y a través de redes sociales, finalmente, la Organización Mundial de la Salud, anunció casos de la viruela del mono en el Reino Unido a mediados del mes de mayo de este año; en otros países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Portugal, Italia, Suecia y España también han notificado la presencia de algunos casos. En la actualidad, se han incrementado el número de casos reportados en otros continentes y Latinoamérica. El Salvador, no es la excepción, debido a que al momento se tienen 6 casos confirmados y vigilados en el país. La OMS ha pedido que se rastreen los contactos de los nuevos casos que han surgido a nivel mundial.

Por lo anterior, las preguntas más frecuentes sobre esta nueva enfermedad y que la gran mayoría de la población salvadoreña se ha estado realizando son: ¿Qué es la viruela del mono? ¿Cómo perjudica al ser humano? ¿Estamos preparados para esta nueva enfermedad?

Para ampliar sobre el tema se darán algunas nociones básicas sobre la viruela del mono (o viruela símica), según la Naciones Unidas (2022) “Es una enfermedad causada por un virus, al que se conoce como el de la viruela del mono. Se trata de una enfermedad zoonótica viral, lo que significa que puede transmitirse de animales a humanos. También se puede propagar de persona a persona”, tiene una estructura relacionada con el virus de la viruela, pero en general es más leve. Con la erradicación de la viruela en 1980 y el posterior cese de la vacunación contra la viruela, se ha convertido en el Orthopoxvirus más importante.

Según datos planteados en los Lineamientos Técnicos para la Vacunación contra la Viruela Símica, el Ministerio de Salud (2022) visualiza a la enfermedad como, el agente causal del virus del género Orthopoxvirus en la familia Poxviridae, con propiedades biológicas y genoma distintos a la viruela. Se han identificado dos ramas genéticamente diferenciados del virus de la viruela símica: el clado de África Central (Cuenca del Congo) y el clado de África Occidental. Esta enfermedad afecta al órgano blanco que es la piel y las mucosas. El hospedero es universal por tanto puede darle a cualquier persona; su puerta de entrada es la nariz, boca y la piel lesionada de una persona.

La OMS (2022) afirma que: “El periodo de incubación (intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) de la viruela símica suele ser de 6 a 13 días, aunque puede variar entre 5 y 21 días” y puede dividirse en dos periodos:

1) Invasión (dura de 0 a 5 días), periodo en el cual se presentan síntomas tales como: fiebre, cefalea intensa, linfa adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), dolor lumbar, mialgias (dolores musculares) y astenia intensa (falta de energía).

2) Erupción cutánea (dura de 1 a 3 días después del inicio de la fiebre). Cuando aparecen las distintas fases del exantema, que por lo general es en el rostro y luego se extiende al resto del cuerpo. Las zonas más afectadas son: el rostro, las palmas de las manos y las plantas de los pies. La evolución del exantema desde maculopápulas (lesiones de base plana) a vesículas (ampollas llenas de líquido), pasando a pústulas y las subsiguientes costras que se produce en un promedio de 10 días. La eliminación completa de las costras puede tardar hasta tres semanas.

La transmisión en los casos iniciales según la OMS se produce por contacto directo con la sangre, los líquidos corporales o las lesiones de la piel o las mucosas de animales infectados. La transmisión secundaria o de persona a persona puede producirse por contacto estrecho con secreciones infectadas de las vías respiratorias o lesiones cutáneas de una persona infectada, o con objetos contaminados recientemente con los fluidos del paciente o materiales de la lesión. La transmisión se produce principalmente por gotículas respiratorias, generalmente, tras prolongados contactos cara a cara con el paciente, lo que expone a los miembros de la familia en los casos activos a un mayor riesgo de infección.

Al conocer lo más relevante de la enfermedad como son: su agente causal, signos y síntomas más comunes y cómo se transmite, se proseguirá a dar respuesta al siguiente planteamiento: ¿Estamos listos para la enfermedad? Para ello, hay que considerar que la psiquis de todos ha sido afectada por lo ocurrido durante la pandemia del coronavirus y por tanto, es muy normal que se tenga la necesidad de preguntar y reflexionar sobre el nivel de preparación que se tiene como país, personal de salud y como ciudadanos, más ahora que aún estamos bajo pandemia y recibir una nueva enfermedad, emocionalmente no es fácil lidiar con situaciones simultáneas como es el caso a nivel de país en la actualidad, es por ello, que aún no se puede dar respuesta a dicho planteamiento y queda hacer un llamado a mantener las medidas de seguridad de forma personal.

La Organización Mundial de la Salud (2022) declaró a la viruela del mono como una emergencia de salud global, luego de un aumento de casos en todo el mundo; cabe resaltar que esta clasificación es la alerta más alta que la OMS puede emitir y la decisión fue tomada tras una segunda reunión del comité de emergencia del organismo sobre el virus. Así lo anunció el director general de la OMS, el Doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, después de que un comité de emergencia con expertos en esta enfermedad se reuniera por primera vez para analizar la posible declaración, que obligará a las redes sanitarias nacionales a aumentar sus medidas preventivas.

Dado lo anterior, se puede afirmar que, como país, sí estamos capacitados para enfrentar una nueva enfermedad, esto como consecuencia de que las lecciones aprendidas de la pandemia del coronavirus han ayudado a ser más preventivos ante una situación de alerta en salud; protocolos y lineamientos están listos, las medidas sanitarias y de bioseguridad se conocen más y se aplican adecuadamente por los profesionales de la salud. Ahora bien, todo dependerá de la educación y la promoción en salud que se siga brindado a la población, ante esta enfermedad que ya está presente en nuestro país, por lo tanto, dichas medidas deben ser aplicadas por la población.

Ahora que ya estamos viviendo con el coronavirus como parte de la vida cotidiana, la población en general ha bajado la guardia ante las medidas de bioseguridad; sin embargo, es necesario seguir implementando dichas medidas, tales como: el uso de alcohol gel en todo establecimiento y el uso de mascarillas en lugares que se consideren de riesgo, y jamás  dejar a un lado la educación, promoción y prevención en salud estas palabras siempre serán la clave del éxito ante una enfermedad y su transmisión.

Para concluir es importante reflexionar sobre las palabras expresadas por el filósofo humanista y teólogo cristiano neerlandés, Desiderius Erasmus, la cual es muy corta, pero valiosa “Más vale prevenir que curar”.

 

Escrito por: 

MSP Milton Francisco Herrador.

Docente de la Escuela de Medicina.

UNASA.

  

  

 

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