Domingo, 19 de Mayo del 2024
UFM 94.9

 

Para todos fue una sorpresa esta alerta sanitaria que se vive a nivel mundial, hemos visto interrumpidas o modificadas muchas de las actividades humanas como el trabajo, estudio, eventos sociales y deportivos, esto a su vez genera un impacto en el ámbito deportivo por lo que hay una reducción de la actividad física.

El deportista entra en una especie de hibernación deportiva, lo cual puede tener efectos que reduzcan su rendimiento deportivo, aunque algunos tratan de realizar entrenamientos desde sus casas, existen factores que pueden influir en la concentración total del trabajo realizado, como el insomnio, el estrés, la alimentación, complicaciones de la salud y ejercicios no supervisados.

El desentrenamiento físico es el cese del entrenamiento regular, aunque estudios revelan que unos días de reposo o de entrenamiento reducido no afecta el rendimiento deportivo; sin embargo, al pasar de los días pueden llegar a disminuir sus parámetros de rendimiento.

Willmore y Costill (2007) describe que la inactividad absoluta conlleva a producir reducciones considerables de las funciones neuromusculares y metabólicas del músculo, dentro de ellas: disminución de la resistencia y fuerza muscular, flexibilidad, potencia y velocidad, además de impactos en la resistencia del sistema cardiovascular, estos cambios pueden verse reflejados desde la semana 6 posterior al cese de la actividad física y el deporte.

La disminución del trabajo muscular y propioceptivo puede llevar a producir cambios fisiológicos que comprometan las estructuras osteomioarticulares (huesos, articulaciones y músculo) debilitándolas y quedando propensas al desarrollo de cambios tisulares como la atrofia muscular (pérdida de masa muscular) y a consecuencia, las lesiones musculares. El trabajo preventivo desde casa puede evitar complicaciones futuras, es por eso que hago una invitación a elevar la frecuencia de éste, entre ellos se puede destacar: los ejercicios propioceptivos (son ejercicios destinados a potenciar las respuestas neuromusculares protectoras en las extremidades mejorando el equilibrio, coordinación y la estabilidad articular) a estructuras específicas de miembros inferiores como rodillas y tobillos, asimismo en miembros superiores como el hombro y codo.

A nivel muscular los ejercicios isométricos (implica contraer y sostener un músculo o grupos de músculos) deben considerarse parte fundamental en la prevención y pueden realizarse diariamente, haciendo mayor énfasis a los músculos: cuádriceps femoral, recto abdominal, isquiotibiales, gastrocnemios y tibial anterior, incluyendo el ejercicio de zona core (participa en la estabilidad de la musculatura abdominal, lumbar y transferencia de fuerza hacia las extremidades).

Además, realizar un espacio para relajación donde se incluya la función respiratoria del diafragma acompañada de alguna preferencia como: escuchar música, lectura, baile, canto, entre otros.

No olvidar las medidas profilácticas como el lavado de manos, baño, higiene oral, hidratación adecuada, alimentación variada, nutritiva y demás formas de proteger la vida humana.

Recordar que la actividad física tiene un importante valor en la salud y bienestar, practicarlo es cuestión de voluntad y saber que puede mejorar la calidad de vida de las personas; para los deportistas es un estilo de vida que necesita mucha disciplina y organización por lo que deben buscar estrategias necesarias para no interrumpir las adaptaciones que se han producido con mucho esfuerzo durante muchos años de entrenamiento.

 

Escrito por: Lcda. Jennifer Orellana.                                                                                               

Docente Escuela de Educación Física.

UNASA.

 

  

  

 

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